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Presidente, senyora magistrada, senyores magistrados del Tribunal, en primer lugar quisiera hacer mías todas y cada una de las palabras de mi abogado en el informe oral de ayer y en todos sus escritos, y quisiera hacer uso de este alegato final ante ustedes desde mi respeto hacia todos los que estamos aquí para manifestar mi absoluta i total discrepancia con las acusaciones. Y digo respeto y discrepancia, discrepancia y respeto porque es lo que siempre ha informado mi vida particular y mi actividad política. Y como estoy aquí por mi actividad política quiero empezar justamente por eso, porque para mí no es baladí.

Porque entiendo que, una gran parte del origen, del mal de las acusaciones hacia nosotros esta justamente aquí. Y es que confunden discrepancia, critica, protesta, con ataque y falta de respeto. Y esta lógica de confundir la crítica con la falta de respeto, con el ataque, solo existe en mentalidades muy poco seguras de si mismas o en mentalidades autoritarias. Nunca existe en sistemas seguros de si mismos, o en mentalidades de raíz plenamente democráticas.

A lo largo de la causa hemos visto como se ha asimilado críticas al gobierno central con falta de respeto y ataque al estado, está escrito. Hemos visto como se ha asimilado crítica al Tribunal Constitucional o a decisiones judiciales con ataque o falta de respeto al sistema judicial. Criticas o protestas delante de la policía, con ataque a la policía, o aun peor. Expresiones que son plenamente habituales en el calor del debate y la retórica política se interpretan por parte de las acusaciones como llamamientos a no sé qué retorcida versión de incitación a la violencia, hay miles de ejemplos, en tanto en los escritos como en lo manifestado en esta sala por parte de la fiscalía. O es esto, que se confunde y se quiere confundir crítica con ataque o es que directamente a los independentistas se no quiere aplicar unas reglas de juego distintas a los mortales, o las dos cosas a la vez, que es mi íntima opinión.

Todo les ha valido a las acusaciones. No para saber lo que sucedió o como sucedió o porque sucedió sino para que se perpetre (y se ha dicho aquí), un escarmiento que como alguien dijo, descabece al independentismo a costa de lo que sea, aunque este “a costa de lo que sea”, consista en retroceder muchísimos años en lo que es la efectiva expresión de derechos y libertades fundamentales, aunque este “a costa de lo que sea”, sea a costa de interpretar las normas y las reglas del juego distintas para unos y para otros. Oír como oímos la semana pasada, en boca de la fiscalía, decir que hacer un referéndum es y será delito, aunque se haya despenalizado, señorías da pánico. Las facultades de Derecho y el Congreso de los Diputados ya pueden parar máquinas porque el principio de legalidad ha pasado a mejor vida, y es que toda la acción de las acusaciones ha destilado este propósito de escarmiento a “costa de lo que sea”.

Pero además todo ello revestido con una falta de rigor sobre hechos, fechas, personas, lugares, organigrama, conocimiento del funcionamiento de la Administración de la Generalitat de Catalunya o del Parlament que, sinceramente, hace sonrojar. Y esto que afirmo, el tribunal lo puede comprobar perfectamente porque no es una cuestión de opinión, es que es puramente constatación. Hemos oído expresiones en esta sala, a modo de interrogatorio, hablando de urnas, de manifestaciones, de protestas, de declaraciones de este o del otro, de carteles en farolas, que sinceramente, la gente de mi generación, que ya somos un poco mayorcitos, yo pensaba que esto solo lo conoceríamos por los libros y por la historia.

Señor Presidente, señores miembros de la sala, en este juicio también está en juego la amplitud que damos a los derechos y libertades fundamentales. Para nosotros y sobre todo para nuestros hijos. Porque hacerse con el relato y la interpretación que hace de los mismos la fiscalía les puedo asegurar que retrocederíamos a tiempos pretéritos. Porque es inaudito que de la suma de actos absolutamente legales, lícitos, de la suma de reuniones, absolutamente habituales en política o actos que según el legislativo no merecen reproche penal, o la suma de actos consistentes en el ejercicio de derechos fundamentales, de la suma de todo esto se pretenda construir uno de los delitos más graves que tiene el Código Penal. Entonces no nos engañemos más. Vayamos al fondo del asunto, el origen de toda esta causa y los hechos juzgados tienen solo una raíz, y es política. Y en esta sala algunos pretenden dilucidar un problema político con soluciones penales. Y las realidades políticas un político las debe afrontar y sobre todo aquellas que son tan sólidas y extendidas como la voluntad del pueblo de Catalunya a decidir sobre su futuro político. No se pueden ignorar. No se pueden prohibir como tal. Y mucho menos, se pueden castigar. Nosotros siempre hemos apostado por el dialogo, para buscar un acuerdo. Sino hay dialogo es imposible que hagan un acuerdo. Y el gobierno del Estado siempre nos ofreció, o el silencio o el menosprecio ante esta realidad, la amenaza como bandera y la resignación como camino. Nosotros aun así hemos insistido con esta voluntad del pueblo de Catalunya a solucionarla a través de una mesa del dialogo. Y el gobierno central la quiso afrontar sentándonos a nosotros en el banquillo de los acusados. La Política (en mayúscula) y el derecho penal como última ratio, en este conflicto de Catalunya han pasado a mejor vida, y no precisamente por nosotros. Y como dije, Catalunya, la palabra resignación no la conoce. Descabezándonos a nosotros, a unos cuantos, no se va a descabezar el independentismo, ni mucho menos se va a descabezar la voluntad de tantos y tantos catalanes de decidir su futuro político. Solo un mínimo conocimiento de la historia de Catalunya, de los continuos y cíclicos embates hacia sus instituciones de autogobierno que vienen de muy lejos, hacia su lengua, su cultura, etc. Todo el mundo sabe que no es así como se va a solucionar dicho conflicto. Ni mucho menos se va a descabezar la voluntad de ser y de decidir del pueblo de Catalunya. Los que estamos aquí sentados somos meros instrumentos del clamor que se vive en Catalunya. Y no al revés, como ha pretendido relatar las acusaciones, la sociedad catalana.

Quiero hablar de la sociedad catalana porque han habido afirmaciones que han dolido mucho. La sociedad catalana, piense lo que piense, es una sociedad adulta. Tiene criterio propio. Tiene masa crítica. Insisto en lo que dije durante mi interrogatorio: los catalanes no son ovejas, y la violencia nunca, ni por acción ni por omisión, ha formado parte de su código de conducta. Como no ha formado parte nunca de mi código de conducta, ni lo ha formado ni lo formará nunca. Y nunca es nunca. Y cualquier acto, por aislado que sea, no solo violento, sino incívico, ha merecido y merece nuestro reproche, y merece el mío, de reproche. Pero que de la excepción minúscula se quiera hacer la regla general es un insulto a la sociedad catalana.

Como dije delante de una realidad y una realidad tan extendida como esta, un político tiene la obligación y el deber de poderlo ponderar todo para decidir a la hora de actuar. Teniendo en cuenta todas las variables de la ecuación. Es lo que hicimos. Es lo que yo hice. Lo que no es de recibo, a estas alturas, es intentar introducir variables al margen, variables que en aquel contexto no existían. Fíjese en aquel momento: deseo acumulado en Catalunya de poder decidir su futuro político, certificado elecciones tras elecciones; movilizaciones increíbles en Catalunya absolutamente pacificas des de hacían muchos años; compromiso público y evidente de hacer caso al mandato de las urnas; la realidad jurídica de que hacer un referéndum no era delito; la posibilidad de hacer compatibles las diligencias judiciales; ni un solo caso de incitación a la violencia; el precedente de cómo fue la jornada de la consulta del 9 de noviembre y, sobre todo, el carácter cívico y pacifico permanente que hay en la sociedad catalana. Piensen lo que piensen. Y a partir de aquí, es como se actuó. No como se explica que pretendíamos, ni todos estos relatos, insisto, relatos que se pretenden introducir.

Y el uno de octubre, y a partir de aquí el uno de octubre. Pero ¿cómo se vivió el uno de octubre? Expliquemos como se vivió, muchos testigos lo han dicho, ¿cómo se vivió el uno de octubre en más del 98% de los puntos de votación? Porque yo estaba, las acusaciones no. Yo estaba el uno de octubre. El uno de octubre por los ciudadanos fue vivido con ilusión. Fue vivido con emoción. Fue vivido con sentido de comunidad. Fue vivido con sensación de participar en algo grande que se había perseguido durante muchos años de manera cívica y pacífica. Fue una jornada de afirmación. De a favor de, no en contra de. A favor de ejercer de ciudadanos. Durante mucho tiempo, la gente, todo el mundo se llenaba, o nos llenábamos la boca de que querían o no querían los catalanes. Ese día, por fin, cada ciudadano tenía la oportunidad saliendo de casa de manera libre, individual, cívica, pacifica, de dejar clara su posición. Con una papeleta como único instrumento, poniendo una cruz en un “Sí”, en un “No”, o dejándola en blanco. No había masas, ni turbas, ni siquiera había gente. Había personas. Hi había ciudadanos ejerciendo de ciudadanos. Eso fue el uno de octubre, en el más del 98% de los puntos de votación.

Y allí donde algunos han querido decir o han hablado de miradas de odio yo le puedo asegurar, como han asegurado aquí algunos testigos, yo le puedo hablar de miles y miles de ojos brillantes de la emoción que les producía poder participar en ese referéndum. No hubo murallas humanas de violencia pasiva. Ante la desproporción de algunas actuaciones policiales lo que hubo en Catalunya fueron montañas de dignidad democrática. Eso fue lo que pasó el 1 de octubre. Y no un relato que, sinceramente, lo dije en el interrogatorio de las acusaciones y del ministerio fiscal, un relato que me parece absolutamente delirante de lo que pasó el 1 de octubre.

Y quiero acabar, si me lo permite el tribunal, este alegato con unas palabras de gratitud y de compromiso que lo he escrito, lo he dicho y lo quiero decir aquí delante de todos ustedes. De gratitud y compromiso porque es lo que llena mi ánimo. Y es tanta la gratitud y el compromiso acumulado durante todos estos meses de prisión que no hay espacio para nada más. Y no hay espacio para nada más, y lo digo, no hay espacio, ni para el rencor, ni para el resentimiento contra nada ni contra nadie por sandeces que se hayan dicho durante todos esos meses sobre nosotros y por injusta que sea esta prisión de tantos meses que llevamos acumulada. Gratitud, en primer lugar, a nuestros abogados y abogadas por su calidad profesional, por su humanidad que ha ido mucho más allá de lo que es exigible a nivel profesional. Infinita gratitud a los miles y miles de personas que no han dejado que nos sintamos solos en ningún momento. Que nos han transmitido toda su fuerza. Que nos han apoyado y que nos han reivindicado. Y aun más gratitud por como lo han hecho, por su activismo positivo, siempre pacifico, por alta que hubiera sido su indignación de tal situación. Su apoyo en forma de miles y miles de cartas, concentrándose de manera constante en plazas, subiendo montañas, corriendo kilómetros, haciendo “castells” delante de las prisiones, concentrándose delante de las cárceles muchísima gente dándonos “Buenas noches”, sea Navidad, sea fin de año, etc., haciendo conciertos, cantando a pie de calle. Nunca creo que viviré suficientes años para poder agradecer tanto a tantas personas.
Y gratitud infinita a mi familia (a toda). Es el mejor regalo que me ha brindado la vida. Lo dejo aquí. Ya saben lo que les quiero decir.

Y acabo, acabo con compromiso. No quiero llevar al engaño a nadie. Llegué a esta bancada como acusado por mi actividad política. Y sí, por mis ideas. Y sí, porqué después de salir de la cárcel por primera vez, no renuncié a mi actividad política. Usted buscaba diferencias entre los que estamos más delante de los bancos y los que están al final: está aquí. Estoy aquí por mis ideas y porque no renuncié a mi actividad política. Y no lo digo yo. Se ha escrito indisimuladamente durante la instrucción.

Y miren, la política la he vivido y la vivo como una vocación. Cada uno tiene la suya. Yo la he vivido como una vocación desde muy joven. Vocación de servicio, vocación de servicio a los demás. Soy un enamorado de Catalunya y le he dedicado los mejores años de mi vida a trabajar, honestamente, en lo que yo he creído que era una mejora al bienestar y al progreso de los ciudadanos de Catalunya. Evidentemente que, como humano que soy, con todos los aciertos y supongo que muchísimos errores que se puedan encontrar. Pero mis convicciones son muy profundas. Pero el hecho que mis convicciones sean muy profundas es lo que siempre me ha ayudado a entender que haya gente que tenga las mismas convicciones, igual o más de profundas, en un sentido exactamente el contrario al mío. Durante todos los años que he tenido el honor de ser diputat en el Parlament de Catalunya me he dedicado básicamente a una cosa (y pueden ser testigos todas las fuerzas políticas): me he dedicado al pacto y al acuerdo. Al pacto y al acuerdo. Discrepancia y respeto. Es a lo que yo me he dedicado. Y cuando tuve el honor de ser conseller de la Generalitat, de la Presidencia, cuando me lo propusieron llegué para esto también, para esto: respeto y discrepancia, acuerdo y voluntad de acuerdo.

Y si señorías, he llegado a esta bancada de los acusados defendiendo pacífica y democráticamente la independencia de Catalunya. Soy independentista, no lo voy a esconder. Lo soy y lo seré. Defendiendo el derecho a la autodeterminación de Catalunya. Lo he defendido, lo defiendo, lo defenderé. Pero también defendiendo que no hay un camino para el dialogo; el dialogo ha de ser siempre el camino. Y me levantaré de esta bancada, acabaremos este juicio, y les puedo asegurar que estaré más convencido y más comprometido que nunca con estos ideales, con estos objetivos, con estas actitudes. Con esta manera, la mía, de afrontar la política. Más comprometido que nunca. Con Catalunya, con la voluntad de los ciudadanos de Catalunya y más comprometido que nunca con el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales. Perdónenme la emoción. Muchas gracias por su atención.Y me sumo a los mejores deseos al magistrado por su jubilación.
Muchas gracias.