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Presidente, miembros del Tribunal, no sé si al preparar este alegato he encontrado las palabras adecuadas. Lo que estoy segura es que empiezo con las mejores. Mi padre siempre decía que si se leían los discursos de diputados catalanes en las Cortes españolas de antaño. Muchos de ellos seguían siendo de actualidad. I sí, tenía razón. Y seguía: “es así porque a finales del siglo XIX el Renacimiento cultural abrió el paso al nacimiento del catalanismo político, reivindicando antiguas libertades. Es a partir de entonces que el catalanismo político se articuló con partidos políticos que proporcionaron las nuevas demandas del siglo XX”.
Creo que el ilustrativo el poema de Joan Maragall de finales del siglo XIX, su Oda a España, que da su visión de la realidad catalana con España. Este poema empieza con una demanda, una súplica: “Escolta Espanya, la veu d’un fill que et parla en llengua no castellana (Escucha, España, la voz de un hijo que te habla en lengua no castellana)”. Y avaba, después de no sentirse escuchado, con un desencuentro: “Adéu, Espanya (Adiós, España)”.
Catalunya es una realidad histórica, política, cultural y lingüística, Cataluña es una nación, una nación sin estado que ha reivindicado su derecho a ser, a existir. Cuando ha habido democracia se han buscado fórmulas para dar respuesta a esta realidad. Todas ellas han tenido mayor o menor grado de aceptación, pero hasta la fecha todas fueron destruidas o ahogadas por la irrupción de dictaduras. En esta última etapa, después de la larga noche de la dictadura se recuperó la Generalidad en el exilio, se introdujo el concepto de nacionalidad histórica en la constitución aceptando con esta fórmula que existen realidades nacionales como la catalana. Aún así la voluntad de mejorar nuestro autogobierno persistía y con el tiempo los catalanes nos dotamos de un nuevo Estatuto que tuvo, tras las negociaciones, el acuerdo del Congreso de los diputados y el aval del pueblo de Cataluña. Pero en esta ocasión tampoco pudo ser. Y esto conllevó insatisfacción para millones de personas en Cataluña, manifestaciones pacíficas cada 11 de septiembre, un cambio sustancial en los resultados electorales de las últimas convocatorias, que han llevado mayorías independentistas al Parlamento de Cataluña y al congreso de los diputados.
Yo entré en política, concretamente en política municipal en mi ciudad de l’Hospitalet, para dar respuesta a las necesidades de las ciudadanas y los ciudadanos de Cataluña, trabajando por la cohesión social, la vertebración territorial, la defensa de nuestra lengua, los derechos y libertades, la igualdad de oportunidades, en definitiva: dejar mi país un poco mejor de lo que lo encontré. Este fue y ha sido mi objetivo hasta el último día de mi ejercicio público. Nuestro capítol, podríamos decir, es sin duda uno más en esta historia de supervivencia de nuestro país, Catalunya. Emulando a Joan Maragall, pide ser escuchada. Como sociedad madura, reivindica de forma pacífica y democrática poder votar y decidir nuestro futuro sin imponer nada a nadie. Al revés, escuchando a todo el mundo y, a partir de ahí, decidir. De ahí nuestro programa electoral de la décima y undécima legislatura; en todos se contemplaba la necesidad de que los ciudadanos pudieran participar en el diseño de su futuro. De ahí también nuestro programa de gobierno, que no fue discutido ni por la Junta Electoral Central ni tampoco por ningún otro estamento, de ahí nuestra voluntad de hacer un referéndum pactado, dialogado.
Y esto es lo que se ha hecho, sin gasto público. Todos y cada uno de nosotros teníamos muy claro que no habría gasto público, que no expondríamos a nadie. Hacerlo, lo sabíamos, exponía a funcionarios y a trabajadores públicos, y a ello, evidentemente, no estábamos dispuestos. Esta era mi firme voluntad, y estoy segura que la de los otros miembros del gobierno. Por otro lado, como ustedes saben, yo no estoy acusada de rebelión pero yo estuve en Catalunya esas fechas, lógicamente, y en Catalunya no hubo clima de violencia ni de insurrección. Bajo mi punto de vista hay un conflicto político, que no es poco. Además tengo y he tenido una gran relación con mis compañeros de gobierno, y a ninguno de ellos se les pasó por la cabeza, ni tabn siquiera pensar, en la utilización de la violencia para conseguir ningún objetivo. Pienso de la misma forma respecto al señor Jordi Sánchez, Jordi Cuixart i Carme Forcadell, personas que les tengo que confesar que el mayor contacto que he tenido con ellas ha estado en esta sala, en este proceso judicial.
Como saben yo no estoy en política activa, ni voy a volver. Por lo tanto esto que digo no es por mí. Pero alguien debería tener en cuenta y pienso humildemente que también este tribunal, que hay nuevos políticos, que vendrán de nuevos, y que el anhelo de una buena parte del pueblo de Catalunya de decidir su encaje en la Europa moderna continuará. Soy positiva y quiero pensar que en democracia sabremos encontrar entre todos el camino de una solución adecuada, dialogada y que nos pueda satisfacer a todos.
Muchas gracias