El nostre President

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En mi opinión, tan importante como superar el 50% de votos independentistas en estas elecciones es conseguir que esa mayoría esté liderada por el presidente legítimo de la Generalitat, cesado mediante la aplicación ilegal del artículo 155. Si el independentismo quiere convencer al mundo de que va en serio debe mantener la estrategia del 1-O y seguir reeligiendo al presidente legítimo hasta que el mundo esté dispuesto a aceptar la voluntad del pueblo catalán y reconocer la república catalana. Cambiar de líder o, lo que es peor, de partido en cada elección, da la impresión de que el independentismo no sabe lo que quiere. Y nadie apoya al que no sabe lo que quiere.

Los recursos fluyen de los grupos menos organizados a los más organizados. De modo que, o el independentismo se organiza alrededor de un líder, como hacen los nacionalistas españoles alrededor de su rey, o Catalunya seguirá sometida a España para siempre. Aunque Puigdemont haya cometido errores, sigue trabajando por la independencia y es la cara visible del independentismo catalán en Europa. Así que apoyarle sin fisuras es posiblemente la mejor opción para conseguir la independencia. Abandonar ahora, justo antes de la votación del suplicatorio en el Parlamento Europeo, a los que defienden la república catalana desde el exilio supondría una pérdida de credibilidad del independentismo catalán en Europa y en el mundo.

Las cosas sólo pueden conseguirse de una en una. El que intenta conseguir dos cosas a la vez, generalmente pierde las dos. Para un independentista la independencia es la prioridad. La lucha entre partidos sólo es un ruido de fondo. El independentismo no debe repetir el error que la izquierda cometió en 1936. Ante la alternativa de ganar la guerra primero y después hacer la revolución o hacer la revolución primero y después ganar la guerra, la única opción correcta es ganar la guerra primero, porque si se pierde la guerra, el ganador no permitirá al perdedor hacer la revolución. La guerra civil no la ganó Franco, la perdieron los republicanos. Y ahora es el momento de evitar que la república catalana sufra el mismo destino. Si el independentismo se detiene ahora, Catalunya será asimilada con la ayuda de la izquierda unionista española.

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La independencia es perfectamente posible porque su precio, si se hace de forma civilizada, es prácticamente nulo. La infraestructura de Estado ya existe en Catalunya: Govern, Parlament, tribunales, y hasta embajadas. Pero es obvio que España no va a negociar un referéndum de independencia ni aunque lo pida el 100% de los catalanes. España por las buenas ni siquiera investiga las tarjetas black de la familia real. Por eso el derecho de autodeterminación hay que defenderlo con hechos, cada día, aunque sean hechos simbólicos que sólo sirvan para mostrar al mundo que el independentismo catalán sigue vivo. Esperar a ver si el independentismo consigue una mayoría “suficiente” no es más que una excusa para no hacer nada.

Desde mi punto de vista la mayoría soberanista catalana sólo tiene dos salidas: o la sumisión, eliminando de los programas políticos toda pretensión real de autodeterminación, o la defensa coordinada del derecho de autodeterminación en la calle, en las instituciones, y ante la justicia europea hasta que el Estado español se vea obligado a aceptar la autodeterminación de Catalunya para evitar su propio descrédito. Confío en que el pueblo catalán, responsable último de la perfecta organización y desarrollo del referéndum del 1-O, no se rendirá ahora, y en estas elecciones hará historia de nuevo eligiendo a unos representantes dispuestos a organizar esta defensa. (O por lo menos a intentarlo).

Por todo esto, y porque hay que estar preparados para la que será la legislatura del segundo referéndum escocés de independencia, ahora no toca una campaña de partidos, sino una de apoyo a los únicos que todavía están libres y pueden defender la causa del independentismo catalán en Europa: los exiliados liderados por el president Puigdemont.

3 COMENTARIS

  1. Antonio, estic absolutament d’acord amb tu. nosaltres tenim encara un sol president, Carles Puigdemont, que ens representa a tots i que l’Estat espanyol va fer fora però nosaltres no. Aquest punt bàsic és el que millor fa la unitat de tot l’independentisme. Això és la desobediència civil que hem d’aprendre a fer. L’Estat el vol fora però nosaltres no. (Si en Comptes d’anomenar-se Carles Puigdemont el seu nóm fós Oriol Junqueras estaríem dient el mateix. No va de noms, va de mantenir-nos ferms en els drets fonamentals.

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